Reflexionando sobre la locura, la enfermedad mental, los nudos vitales que nos hacen sufrir, voy perfilando posiciones, afilando el discurso para construir un pensamiento que se corresponda sobre deseos que tenemos las personas que relacionamos una óptica revolucionaria para la sociedad con una praxis no opresiva del ser humano en lo terapéutico.
El tema tiene una gran complejidad, ya que cuando uno avanza en el conocimiento y la búsqueda de una vía de liberación social y unas formas de terapia no alienante, ni violenta se va dando cuenta de que no hay soluciones puras y perfectas del tipo, que la psiquiatría da a la cuestión de la locura o como ellos (psicólogos y psiquiatras) prefieren llamarlo enfermedad mental (sin que ambas cosas sean lo mismo)[1] Partimos de una critica a la simplona, reduccionista, peligrosa y corta idea que tienen la psiquiatría institucional[2] del ser humano y de la locura. Para esta corriente avalada por la nueva “verdad absoluta” y “objetiva”, la Ciencia, el ser humano tiene unos problemas síntomas o enfermedades que tienen que ser erradicadas, eliminadas, anetesiadas o modificadas sin ningún tipo de reflexión que vaya mas allá. Sin entender que el síntoma es resultado de un conflicto tiene un significado dentro del todo contradictorio que es el ser humano y si lo eliminamos sin más estamos matando una parte del sujeto, que no siempre tiene porque ser perjudicial.