«Dicho de otro modo, la píldora anticonceptiva es el panóptico comestible. La ortopedia social ha dejado paso a la microprostética sexopolítica.
Se trata de un dispositivo ligero, portable, individualizado y afable que permite modificar el comportamiento, temporalizar la acción, regular la actividad sexual, controlar el crecimiento de la población infantil y diseñar la experiencia sexual (refeminizándola sintéticamente) de los cuerpos que se lo administran. La torre de vigilancia ha sido sustituida ahora por los ojos de la consumidora dócil de la píldora, que sin necesidad de mirada exterior, regula su propia administración siguiendo el calendario espacial propuesto por la plaqueta circular o rectangular. El látigo se ha visto remplazado por el cómodo sistema de administración oral. La celda es ahora el cuerpo mismo de la consumidora que se ve modificado bioquímicamente, sin que una vez ingerido el compuesto hormonal puedan determinarse los efectos exactos ni su procedencia. Las puniciones y los sermones educativos se han transformado aquí en recompensas y promesas de libertad y emancipación sexual para la mujer. La píldora (como lo es el Prozac, el Viagra, el Tepazepam, o la Ritalina) es un laboratorio estatal minituarizado instalado en el cuerpo de cada consumidora. Se lleva a cabo de este modo el derrumbamiento de las instituciones de reclusión que anunciaron Deleuze y Guattari en su epílogo a Mil Mesetas. Ahora ya no es necesario encerrar al individuo para someterlo a pruebas bioquímicas, pedagógicas o penales, puesto que la experimentación sobre el alma humana puede llevarse a cabo en el precioso enclave del cuerpo individual, bajo la supervisión atenta e íntima del propio individuo. Todo esto puede suceder libremente, y en beneficio de la emancipación sexual del cuerpo controlado.
Entre el panóptico y la píldora las diferencias son importantes. (…) En la era farmacopornográfica, el cuerpo se traga el poder. Se trata de un control democrático y privatizado, absorbible, aspirable, de fácil administración, cuya difusión nunca había sido tan rápida e indetectable a través del cuerpo social. Las representaciones dominantes de la era farmacopornográficas -píldoras, prótesis, felación y doble penetración- comparten una misma relación entre cuerpo y poder: deseo de infiltración, absorción, ocupación total. Podríamos caer en la tentación de representar esta relación según un modelo dialéctico de dominación/opresión como un movimiento unidireccional en el que el poder, exterior, miniturizado y líquido, infiltra el cuerpo dócil de los individuos. No. No es el poder el que infiltra desde fuera, es el cuerpo el que desea poder, el que busca tragárselo, comérselo, administrárselo, metérselo, más, cadda vez más, por cada orificio, por cada vía posible de aplicación. Hacérselo con el poder. Baise moi, «fóllame», dice el cuerpo mientras busca formas de autocontrol y autoexaminación. Spinoza con Descartes: «¿Por qué los hombres desean su propia esclavitud?»
La plaqueta mensual de píldoras, con el imperativo de administración cotidiana, pero al mismo tiempo con la posibilidad del olvido o de la gestión incorrecta, con su temporalidad ritual, su diseño pop multicolor próximo a las latas Campbell inmortalizadas en 1960 por Andy Warhol, recuerda a un calendario químico en el que todos y cada uno de los días están señalados por la presencia indispensable de una pastilla. (…) Se trata de una microprótesis hormonal que permite, además de regular la ovulación, producir el alma del sujeto heterosexual mujer moderno. El alma químicamente regulada de la putita heterosexual sujeta a los deseos del bio-macho de Occidente. Fuera de este microfascismo pop, molecular y ultraindividualizado, resulta difícil explicar cómo la píldora ha podido ser privilegiada médica y jurídicamente como método anticonceptivo frente a otros métodos menos tóxicos y con menos efectos secundarios que requieren una menor atención cotidiana, como la vasectomía (esterelización masculina) reversible o no, la anticoncepción hormonal masculina, la RU-486 o píldora del día después, o incluso el aborto masivo por aspiración uterina en los estadios tempranos de la gestación.
(…)
Me sorprende la frecuencia con la que los ginecólogos que he visitado durante los últimos quince años me proponen, indiferentes a mi afirmación en la sexualidad lesbiana, dildónica o anal, la píldora como método anticonceptivo (…) La cuestión es administrarme la dosis farmacopornográfica necesaria de estrógenos y progesterona para transformarme en una hembra sumisa, de grandes senos, humor depresivo pero estable, sexualidad pasiva o frigidez.»
PRECIADO, Beatriz. Testo Yonqui. Espasa Calpe. Madrid. 2008. Págs., 135-137, 142.
Scarlett ¿sabías que la pídora provocó un trombo a una amiga? Esta pastilla puede hasta matar pero no te lo dicen. La píldora además usada durante muchos años puede entorpecer hasta 2 años el tener hijos. Se puede tener pareja estable y controlar el embarazo con métodos anticonceptivos naturales, como el control en el coito, sexo tántrico, control de la temperatura vaginal para saber los días más o o menos propensos, etc.
Ingiero pastillas desde hace dos años y medio; mi madre, desde hace 20. Ninguna de las dos sufre frigidez, es pasiva o de humor depresivo. Cada vez que quiero, puedo ejercer mi sexualidad con mi pareja de las formas que encontremos en nuestros cuerpos, también el coito vaginal; me gusta tener esa opción. No soy una putita moderna. Tengo pareja única, y mis relaciones sexuales se abrazan del cariño y el respeto. No quiero destruir una vida humana creciendo en mí, por eso no uso la pastilla del día después ni el aborto. Quiero ser madre algún día no muy lejano, en las condiciones q me parezcan más apropiadas, por eso no le pido a mi pareja, con la cual me proyecto en familia, q se haga una vasectomía. Con la pastilla de control hormonal masculino estoy de acuerdo, pero donde vivo es más común las femeninas, además de que las consigo con el sistema público de salud, por ende, es gratis. No me gusta utilizar condón.
Quizás estoy sumida en ese sistema de represión del cual hablan, hasta el punto de no notarlo. Pero creo que si bien ambas partes están claramente involucradas, somos las mujeres quienes nos vemos más afectadas por el embarazo. No solo nos cambia la rutina y las prioridades, como también pasa con los hombres; sino, que cambia la intimidad de nuestros cuerpos. Que ese cambio tan relevante y determinante para mi vida, esté en mis manos, me parece lo correcto. Yo misma decido cuándo ser madre, así como decidí la carrera que estudio, los amigos y la pareja q me acompañan. No me considero esclava de mi propio deseo sexual, no soy una cazadora de orgasmos. Me complace mi intimidad y me hace feliz tener muchas formas de darle placer a la persona que amo. Quizás estoy siendo ingenua. Quizás simplemente estoy siendo feliz.
Saludos.
El punto es que tu no decides.
“El panóptico era un sitio en forma de anillo en medio del cual había un patio con una torre en el centro. El anillo estaba dividido en pequeñas celdas que daban al interior y al exterior y en cada una de esas pequeñas celdas había, según los objetivos de la institución, un niño aprendiendo a escribir, un obrero trabajando, un prisionero expiando sus culpas, un loco actualizando su locura, etc.
En la torre central había un vigilante y como cada celda daba al mismo tiempo al exterior y al interior, la mirada del vigilante podía atravesar toda la celda, en ella no había ningún punto de sombra y por consiguiente, todo lo que el individuo hacía estaba expuesto a la mirada de un vigilante que observaba… el panoptismo que, en mi opinión, es uno de los rasgos característicos de nuestra sociedad: una forma que se ejerce sobre los individuos a la manera de vigilancia individual y continua, como control de castigo y recompensa y como corrección, es decir, como método de formación y transformación de los individuos en función de ciertas normas. Estos tres aspectos del panoptismo -vigilancia, control y corrección- constituyen una dimensión fundamental y característica de las relaciones de poder que existen en nuestra sociedad”.