“Con toda esta impotencia.
Qué me están vendiendo que
con la democracia se cura, se come y se educa…
Si mis amigas travas van todas en cana, a todas
les meten la mano en la cartera y se la sacan.
A todas las hacen chupar pija.
Qué me decís que con la democracia
se cura, se come y se educa.”
Marlene Wayar.
En el marco del 24 de Marzo, donde la memoria sobre las muertes ideológicas e identitarias se hace presente en nuestro país, es que me urge la reflexión del genocidio indirecto de/en las democracias representativas, a través de omisiones discursivas, estigmatizaciones y libertad de acción del aparato represivo del Estado.La democracia representativa resultó instalarse como la forma más eficiente de democracia posible en sociedades de masas, ya que permitiría una decisión eficaz por un número pequeño de personas en nombre de la mayoría.
Al hablar de mayor número de personas, claramente se habla de un NO todo, ese No todo se construye, por omisión o por otredad estigmatizada.
¿Y qué pasa con esa otredad?
Feierstein, sociólogo de la UBA, en sus estudios sobre el genocidio como práctica social, hace un análisis respecto de la búsqueda que el Estado hace de su identidad social, construyendo, en primera instancia, una otredad a la que luego se la estigmatiza, se la marca para que se vuelva visible y se implementan lógicas para finalmente eliminarla. Es decir, que el genocidio indirecto, podría ser constitutivo de los Estados modernos. Genocidio indirecto o en palabras de Foucault, “muerte política”, es decir, no solo hablar de muertes directas sino el hecho de exponer a la muerte o de multiplicar el riesgo de muerte por expulsión/omisión.
En la posmodernidad, a través de la demagogia, se cobra noción de esa Otredad diacrónica por el orden jurídico del Estado(*) y discursos progresistas. Es decir que, por ejemplo, las travas, por no hablar de otras otredades, existen hace muchísimo tiempo y por invisibilización fueron/son la otredad, aunque hoy desde esta falsa inclusión siguen muriendo.
¿Qué otras lógicas de construcción de otredad están operando para que las travas sigan muriendo por culpa del Estado? ¿Se hace un doble juego de inclusión/exclusión, dentro de esta noción de ciudadanxs y representadxs, cuando indirectamente, siguiendo el ejemplo de las travas, se mueren, si no es en su casa, en manos de la impunidad de la policía, o en un hospital que negó reiteradas veces la atención?
Entonces, ¿La democracia representativa no suena un poco a Oligarquía poetizada?
¿Quiénes son los sujetos validados que se curan, comen y educan?
(*) Ley de identidad de género, cupo laboral trans, matrimonio igualitario,etc.
porque devenimos, y venimos del fracaso, encontrando refugio en la ternura
El proceso de la práctica genocida se inicia mediante la negativización de un determinado sector social, al que se le adjudican características comunes, que sirven de marca o etiqueta con la que se les atribuye el estigma de ser el sector social responsable de los peores males que aquejan a la sociedad (Feierstein 2008: 218).
Parafraseando a Feierstein (2008: 126), se puede decir que lo que tienen en común los grupos que han sido seleccionados y estigmatizados ―en diferentes momentos históricos y en diferentes contextos sociales― como peligrosos es que ponen en cuestión el poder imperante, por lo cual éste tiende a generar mecanismos de desarticulación de dichos sectores o grupos de la población, siendo desde el inicio de la modernidad el genocidio la práctica por excelencia de desarticulación de las relaciones sociales (Feierstein, 2008 : 126).
Otras de las prácticas cotidianas son las golpizas sorpresivas e injustificadas de niños y adolescentes, los allanamientos a domicilios privados, muchas veces ilegales, además de que muchas veces o en su mayoría son, violentos y constantes porque los morados son ultrajados sin importar la edad o situaciones particulares de mayor vulnerabilidad.
Esta etapa se caracteriza por tender al aislamiento físico del sector marginado, siendo su principal objetivo quebrar los lazos sociales entre el grupo estigmatizado como anormal y peligroso del resto de la sociedad (Feierstein, 2008: 226) PROSTITUCION, ERRADICAR LA ZONA ROJA
Pero este distanciamiento fáctico es consecuencia, por un lado, del distanciamiento simbólico generado por la exclusión social realizada mediante la negativización de estas personas, como por la incapacidad cultural y económica disponible para lograr acceso a otro tipo de dinámicas y relaciones.
Evangelina Figliomeni