Durante la historia conocida de los procesos revolucionarios siempre ha sido necesario para que estos sucedan colectivizar el pensamiento-saber revolucionario en la clase proletaria: los explotados de ayer y hoy, pero este término clásico hoy puede ser aplicado mucho más allá del trabajador asalariado, me refiero a las sub-categorías del explotado; pueden ser los cesantes, los marginados, los “enfermos” del pensamiento y las emociones o cualquier sujeto que pertenezca a nuestra clase explotada aunque sea ignorado por los revolucionarios típicos. Ahora como quizás nunca antes en la historia (o puede que si) el llamado “pueblo” (utilizaré este termino en su literalidad clásica y política) se encuentra en un proceso total de alineación y sujeción colectiva sobre todo a través de dispositivos introducidos por el capitalismo mundial integrado, el pueblo mismo o clase explotada defiende a sus amos y a las instituciones con las cuales estos oprimen y explotan.Hay que entender que esto se debe a un proceso de muchos años que ha logrado separar al explotado de su clase, volverlo “desclasado”, despolitizarlo, hacer competir o enemistad al explotado con su otro semejante hasta el punto de asesinarse o engañarse entre sí. Pero el “pueblo» nunca será el enemigo de ningún revolucionario y que esto quede claro, simplemente porque la meta es la liberación total de todo lo que sujeta al explotado a su condición de dominación, aunque lo que llamamos “pueblo” sea en su conjunto promotor de la sociedad que buscamos destruir, a esto la única respuesta posible de quienes nos rebelamos en teoría y praxis es marchar en contra de los saberes burgueses aprendidos por nuestra clase en beneficio de la clase explotadora: burguesa. Desconstruir y promover la destrucción de la cultura dominante que ha roto la solidaridad y los tejidos sociales en la clase explotada. Mientras tanto es necesario rearticular las redes de la cultura de la resistencia, practicar el crimen político, hacer expropiación y sabotaje en contra de las empresas capitalistas. Volver a la violencia revolucionaria como vía para propagar la destrucción de esta sociedad burguesa y la liberación de la clase explotada. Propaganda y más propaganda.