«Biopolítica es un término que describe aquellas operaciones de poder que buscan gestionar poblaciones. No son necesariamente decisiones emitidas por el poder soberano, sino que más a menudo, son políticas y prácticas que surgen de diversos orígenes dentro de las regulaciones gubernamentales y sociales. El manejo del coronavirus ha sido dirigido por el poder ejecutivo o soberano, que no es lo mismo que la biopolítica. Al mismo tiempo, el tipo de racionalidad que utilizan los gobiernos está impregnado de presunciones biopolíticas. ¿Quién debe recibir los medicamentos cuando se desarrollan y quién no? ¿Habrá una nueva forma de eugenesia y cómo se administrará? ¿Qué vidas estarán dotadas de valor y qué vidas se considerarán prescindibles? Estas formas de dividir las poblaciones son biopolíticas. Joseph-Achille Mbembe los llamó “necropolíticos”: formas de organizar la muerte. A medida que entra en juego el cálculo de costo-beneficio, escuchamos a los funcionarios del gobierno decidir implícita o explícitamente quién debe vivir o quién debe morir. No tienen que “ejecutarlos” como lo han hecho los soberanos tradicionales. Pueden “dejarlos morir” al no proporcionar beneficios para la salud o refugios seguros, al mantener a las personas en las cárceles donde la tasa de infección es alta o, en el caso de Gaza, al mantener la frontera cerrada.»