Durante fines del siglo XIX la mujer cumplió un rol dentro del movimiento anarquista no menor, pero si de bajo perfil, muchos hombres trataron de incentivar la participación femenina en la lucha social y libertaria, la forma que tenían de hacerlo era a través de la prensa, en la que se escribían artículos muchas veces firmados con nombres de mujeres, aunque quizás algunos si lo fueran. Es muy difícil también poder comprobar los nombres si estos existieron o no, por la constante persecución política que sufrían. Los nombres firmantes eran falsos.
Algunos de los periódicos difundidos fueron: La Tromba, El Proletario, La Agitación, El Marítimo, Germinal, El Productor, La Batalla, La Voz del Marino, Verba Roja, Acción Directa, El Arrendatario, entre otros. Los escritos de mujeres no fueron pocos, pero afirmar que realmente eran féminas las que escribieron es de una responsabilidad muy grande que requiere un estudio de investigación muy minucioso.
Durante el siglo XIX la historia de las compañeras libertarias que participaron en varios eventos de carácter revolucionario, no se registran en la historiografía clásica, por lo que es un deber, un compromiso y una responsabilidad sacar a la luz dicha historia de garra, compañerismo y combate.
El acercamiento del anarquismo al pueblo fue primeramente a través de obreros trabajadores marítimos, que tenían contacto con extranjeros, sobre todo los provenientes del sur de Europa, también con los obreros trabajadores de imprenta. Esto provocó la expansión del movimiento a través de la palabra, boletines, diarios, etc., llegando a ser parte influyente dentro del movimiento obrero. De esta forma fue que nuestras compañeras empezaron a tomar conciencia sobre todo las trabajadoras ya industrializadas como las costureras, a principios del siglo XX.
Debemos recordar que la mujer tuvo tres formas de emancipación desde el siglo XIX a través de las mujeres artesanales rurales, las urbanas y la industrial. (Como así lo menciona Gabriel Salazar). La última nombrada fue la que se acercó más al pensamiento libertario y a la toma de conciencia de la condición humana y social a la que estaban expuestas por el «patrón» y también por el hombre en sí. Empezando a organizarse en sindicatos, mutuales o grupos de mujeres.
El boom de la mujer en cuanto a la participación en la lucha social, fue durante el siglo XX donde empezaron a hacerse notar a través de organizaciones como lo fueron: centros femeninos anticlericales Belén de Zarraga, el circulo de lectura de Santiago, el partido cívico femenino, unión femenina de mujeres, MENCH, entre otras que se fueron mostrando a mediados del siglo. Debemos decir que estas agrupaciones eran de un carisma más individual que colectivo y más marcado por la tendencia de género, ya que sus inquietudes apuntaban a temas como: derecho al divorcio, aborto, anticonceptivos (sobre todo el MENCH).
Las organizaciones aludidas apuntaban a una mujer de clase social más alta, mientras las obreras luchaban por mejoras laborales, en sindicatos, mutuales, federaciones empezaron a participar de igual a igual que los hombres a través de los escritos en prensa, como por ejemplo: «Es indudable que la clase trabajadora vive sumida en un marasmo tal que la hace insensible a las manifestaciones de su precaria vida. La masa trabajadora azotada y befada, sufre cual acémila carga todas las injusticias todas las tiranías… » (JULIA AREVALO, Verba Roja, I9I9, N°!6)
La inquietud de la mujer obrera durante los siglos referidos apuntaba a un cambio social sobre todo laboral, sin dejar de nombrar la posición que ésta tenía bajo su esposo, o en relación con los hijos, que tampoco fue una instancia fácil de sobrellevar, sobre todo porque el ambiente escenográfico de trabajo y vivienda eran paupérrimos.
De esta forma es que empieza a tomar carácter la lucha femenina, la que no para hasta el día de hoy, desembocando en diferentes organizaciones anarquistas, libertarias y feministas, demostrando así, que el despertar de la mujer durante el siglo XIX ha sido la base de la organización femenina actual, dejando en claro la paridad con el hombre en todos los aspectos que requiera la lucha, así mismo si esto implica la vida. «ha germinado en Chile una falange revolucionaria que está dispuesta a regar con su sangre el suelo negro en que pisan los esclavos y los siervos.»(EL REBELDE, I de mayo, 1899, tomado de Igor Goicovic Donoso, «La propaganda por los hechos en el movimiento anarquista Chileno I890-I9I0).
Escrito por Cherry Skingirl.
Periódico anarquista El Surco