Ella fue, inconstentablemente, una militante a carta cabal. María había nacido en San Felipe en el seno de una familia campesina. A los diez años de edad debió abandonar su hogar para buscar el sustento en la capital. En Santiago ingresó a una lujosa tienda para trabajar como aprendiz de florista. Más tarde se convirtió en sombrerera. Sobreponiéndose a las agotadoras jornadas de trabajo –desde las ocho de la mañana a las nueve de la noche- la joven se abocó al estudio de la “cuestión social” y durante el rudo invierno de 1900, que dejó a numerosas familias de trabajadores sin techo ni alimentos, canalizó por primera vez sus inquietudes sociales organizando quermeses a favor de los damnificados. Hacia esa época María Caballero ya había ingresado a la “Sociedad Artística” y poco después abrazó el anarquismo. Bajo los seudónimos de “una sombrerera revolucionaria” y “una rebelde” escribió artículos para alentar a sus compañeras a asociarse para obtener mejoras en las condiciones de trabajo[1]. Magno Espinoza contaría posteriormente que durante la huelga tranviaria de 1902 conducida por los ácratas, ella “andaba alentando a las mujeres a ser firmes en sus pretensiones y dándole ejemplo a los hombres”, y que un día atendió personalmente al casi medio centenar de heridos que dejó una carga de la “soldadesca brutal” contra los pacíficos manifestantes[2]. Continuar leyendo «María del Tránsito Caballero, una anarquista en Chile a comienzos del siglo XX»