A raíz y consecuencia de que últimamente se ha analizado el “Bullying” o “matonaje” (como lo conocemos en la lengua hispana) desde aspectos meramente superficiales, hemos decidido plantearlo desde una mirada anticapitalista, posmodernista si se quiere decir, dejando de lado todo afán reformista, que tiende a analizar el bullying como simples errores humanos producto de una mala administración escolar o familiar, teniendo por detrás toda una ciencia y saberes incuestionables. Con esto decimos, que los estudios (casi todos) que se encuentran en torno al bullying sólo abarcan el tema desde aspectos reformistas, analizando las consecuencias pero no intentando develar las causas directas, siempre intentando dar soluciones momentáneas que sólo apelan a podar el problema, y no a socavarlo de raíz. Con esto se nos da a entender que el Bullying como práctica siempre ha existido y existirá, naturalizando los hechos que surgen de todo un entramado de saber poderes más construcciones sociales. Entonces aparecen todos estos especialistas de la educación, desde psicólogos, médicos, psiquiatras y profesores, quienes en el fondo poseen algo en común, la misma función correctora del individuo anómalo, con un actuar policial especializado, capacitados para aconsejar, recetar y aplicar las medidas necesarias para aminorar y/o reducir la situación problemática, controlándola y evitándola a través de prácticas educativas que fomenten el “respeto”, la tolerancia, y la integración, al mismo tiempo que se justifica y refuerza la labor de la ciencia como productora de verdades científico sociales.
Cuando en realidad lo único que se obtiene es hacer más sencilla la vida de aquellos mismos que perpetúan el problema. Por esto, se tiende a creer que las causas son tan simples y superfluas como un problema de “disciplina” por lo tanto una mala formación de los estudiantes, haciendo parecer que el bullying como práctica no es más que una problemática que se da en los colegios de bajos recursos por fallas de la administración en el control de los alumnos, un mal desempeño profesional de los distintos sectores y unidades educaciones, o problemas intra familiares. Pretendiendo que la solución se base siempre en reprimir o controlar la “anomalía» y sus consecuencias, que radican primero que nada en la subjetividad del individuo, siendo este, no más que el simple espectador de una sociedad basada en la “superioridad”, la “normalidad” y el imaginario de la diferencia. Pero que al mismo tiempo y de forma hipócrita sanciona todo indicio de superioridad en los individuos, toda muestra y expresión de privilegios que siempre recaen en algún tipo de exclusión, discriminación o abuso. Ya vemos lo paradójico de todo esto, el sancionar, condenar y castigar lo mismo que se promueve, es lo que llamamos doble discurso o doble moral, y es en estas contradicciones y farsas donde la moral trabaja, se refuerza y se optimiza, formando y conformando sujetos llenos de culpa que se esforzarán en hacer cumplir la norma moral. Si somos conscientes de esto es cuando nos percatamos de lo hipócrita qué es la sociedad en sí, entonces vemos como esta, estratégicamente se moraliza más y más, a medida que sistemáticamente la violencia simbólica se va ejerciendo con mayor eficacia. Como sabemos, lo acontecido una vez en la sociedad, ocurrirá más tarde en la escuela sólo que en un espacio físico más reducido o a “escala”, y lo que ocurre en la escuela, repercutirá a un nivel más general en la sociedad de la misma forma. La escuela es la cuna de la organización social, uno de los motores principales en los que se sustenta el poder a través de la competencia el ego y los demás procesos de normalización/estandarización impartidos en las escuelas, tales como las ideas sobre lo bueno/malo, lo feo/bello, lo aceptado/no aceptado, correcto/incorrecto, normal/anormal, y un sinfín de binarismos que transmiten estereotipos normativos que condicionan los comportamientos, construyendo subjetividades necesarias para la reproducción de la cultura tal como la conocemos. Claro aparentemente solucionan el problema, pero aquella solución es tan homologable como la solución que puede otorgar la ley, la cárcel o el derecho.
«De hecho occidente se dedica a aplastar, ante la alteridad la aplasta, o bien disuelve la diferencia en diversidad, una especie de diferencia domesticada, ante lo distinto, un peligro «inquietante», ante lo raro, lo que hace es atraerlo, absorberlo convirtiéndolo en diverso.»
Pedro García Olivo.
Es necesaria la fabricación de subjetividades que sean acordes para el posible encaje del individuo en la sociedad. En base a esto, no sólo la escuela tendrá la tarea de reproducir la cultura tal como la conocemos, sino que los medios de comunicación también juegan un rol importante en la transmisión de imágenes y estereotipos que calarán hondo en la mentalidad de los niños, quienes estarán siendo sometidos a una constante fabricación, siendo modelados, etiquetados, repetidos una y otra vez, se les vende estás imágenes de “sujetos marketing” que estarán valorizados de acuerdo a lo cerca o lejos que se encuentren, a lo que Bourdieu llamaría cultura dominante. El individuo querrá encajar en aquel modelo, imitándolo y valorizándose a sí mismo y al resto de acuerdo a esos parámetros en torno a la verdad del ser. Negros, gordos, discapacitados, feos, gays, trans y mujeres siempre serán lo otro en los medios de comunicación de masa, siempre cargados de discursos, referencias semánticas que pongan en claro a donde pertenecen socioculturalmente. Haciendo especial hincapié en homosexuales y transexuales donde su invisibilización en estos medios es aberrante, contribuyendo con ello al tabú de todo lo que ponga en peligro la regulación de los cuerpos. No así, el caso del hombre blanco burgués que es el ser humano por excelencia que no necesita de referencia alguna puesto que él ya está dado por hecho. Por lo tanto no creemos que la solución del bullying recaiga en impartir cursos, ni en hablar sobre el respeto, solidaridad, integración, inclusión o tolerancia. Ni menos en un mayor control disciplinario, si en el fondo las prácticas sociales, la interacción entre los individuos, la escuela, la familia, los medios de comunicación, las universidades, el trabajo y toda institución en general seguirá siendo atravesadas por relaciones de poder, reafirmándose y sustentándose bajo imaginarios normativos, bajo la idea del “otro” al que hay que “aceptar”, tolerar, integrar, aguantar, darle un espacio en este sistema que está estratégicamente estructurado para otorgar privilegios sólo a algunos. Para enfatizar la “diferencia”, calificarla, estudiarla y categorizarla. Por ende, todo individuo que de alguna manera no encaja en los parámetros establecidos, tendrá que ser sometido al juego semántico hegemónico, otorgándole un nombre, un adjetivo, que servirá como referencia para indicar al otro como sujetos de significados e identidades, representándolos siempre como lo diferente, lo excluido, lo discriminado por naturaleza que hay que aprender a aceptar, al contrario del sujeto universal representable e icónico de lo normal, que se construye siempre en oposición con la diferencia excluida, diferencia que se transforma eufemísticamente en “diversidad”, con el fin de atrapar, amortiguar y quitarle peso subversivo a todo lo que ponga en tela de juicio los pilares de su normatividad, vendida como lo verdadero a lo que hay que aspirar. Por ende creemos que todo este juego político se deposita a temprana edad en la mente de los niños, bombardeados a diario con estos idearios que atañen aspectos del lenguaje, la sexualidad, el cuerpo, la apariencia, la clase social etc. Dando lugar a que todo niño y niña tenga la facultad de ser un pequeño policía que sanciona de manera informal todo lo que escape de este norma o heteronorma, siendo ya casi lo mismo.
«Pensemos en cuán difícil es para nenes afeminados, o para nenas marimachas, funcionar socialmente sin ser hostigadas en la escuela, sin soportar bromas pesadas, sin amenazas de violencia, o sin la intervención de sus padres diciendo; necesitas un psicólogo, porque no puedes ser normal. Hay poderes institucionales como la normalización psiquiátrica, y hay prácticas informales, como el bullying que tratan de mantenernos en nuestro lugar.»
Judith Butler.
Mientras en las prácticas de los centros educativos se fomenta la competencia, se construye el aprendizaje a través de la jerarquización de los individuos en todo aspecto, la imposición de los contenidos que son impartidos invisibilizando su carga ideológica, la disposición del tiempo ajeno que aliena y enajena al individuo, no permitiéndole pensar ni informarse para encontrar alternativas que deconstruyan y destruyan esta cultura de mierda machista, sexista, racista y clasista tal como la conocemos.
Escrito por Nancho.
Publicado en El Amanecer, nº21 y n°22 , Junio y Julio 2013.
La génesis del articulo esta correcta, pero en general se redunda mucho en la misma idea sobre una-escuela-sociedad-especialistas empecinados en el control social, desconociendo los esfuerzos sobre todo de la psicologia por trasmitir la complejidad del ser humano e idear alternativas para solucionar o frenar la violencia en las escuelas, por que actualmente solo se puede contrarrestar los vicios de la sociedad, no podemos pretender que desde la escuela se le den las soluciones definitivas. Creo que la temática siempre es buena tocarla para que a traves de la sociabilizacion vayamos desnaturalizando ciertos procesos, sin embargo al leer el articulo me trasmite una gran negatividad, como si todo estuviera perdido de antemano, y me surge la siguiente pregunta ¿que se puede hacer entonces?
La génesis del articulo esta correcta, pero en general se redunda mucho en la misma idea sobre una-escuela-sociedad-especialistas empecinados en el control social, desconociendo los esfuerzos sobre todo de la psicologia por trasmitir la complejidad del ser humano e idear alternativas para solucionar o frenar la violencia en las escuelas, por que actualmente solo se puede contrarrestar los vicios de la sociedad, no podemos pretender que desde la escuela se le den las soluciones definitivas. Creo que la temática siempre es buena tocarla para que a traves de la sociabilizacion vayamos desnaturalizando ciertos procesos, sin embargo al leer el articulo me trasmite una gran negatividad, como si todo estuviera perdido de antemano, y me surge la siguiente pregunta ¿que se puede hacer entonces?
Esta bien realizado el ensayo pero falto profundización en algunos aspectos por ejemplos la implementacion de estrategias alternativas y de algún modelo horizontal de desarrollo.
No hay un camino al cual todos debamos seguir, pero evidentemente la alternativa que buscas no se puede dar en la escuela, ni se puede implementar como un programa nacional de como subvertir los efectos de una sociedad basada en la vigilancia.
http://www.youtube.com/watch?v=OmWCJVuP458&list=PLE39C5B67CAC2279D te recomiendo estos videos a ver si te dan una pista.
Esta bien realizado el ensayo pero falto profundización en algunos aspectos por ejemplos la implementacion de estrategias alternativas y de algún modelo horizontal de desarrollo.
No hay un camino al cual todos debamos seguir, pero evidentemente la alternativa que buscas no se puede dar en la escuela, ni se puede implementar como un programa nacional de como subvertir los efectos de una sociedad basada en la vigilancia.
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