«Nuestra pareja, hipérbole de la perversión según la psicología heterocentrada, está dentro de la norma. Jamás los instrumentos de la biopolítica hegemónica me han reconfortado tanto. Constato también que la capacidad de disposición critica y de rebelión es inversamente proporcional a la intensidad del sufrimiento amoroso. Ya Spinoza lo anunció en 1677, antes de la invención de la estadística, un mismo y único afecto no puede desplegarse en direcciones divergentes. Estoy en el verano de la ruptura y los trastornos que directamente tocan el plexo solar ahuyentan a los héroes. Comienza en mi corazón la batalla entre el apaciguamiento de la estadística y el furor de la revolución».
Existe un estudio anual sobre «ruptura de parejas» (1). Una estadística que mide la catástrofe. O la liberación. Que computa el entusiasmo o el estancamiento. Que mide el dolor. El caos y la reorganización del mundo afectivo.Dependiendo de los años en pareja, la edad y el sexo, el salario, el numero de hijos en común, el tiempo transcurrido desde que hemos dejado el domicilio familiar, la profesión, los lugares de nacimiento y de residencia, las edades respectivas en la finalización de los estudios, el estatus jurídico (casados, parejas de hecho, convivencia, domicilios separados) y el PIB anual, es posible determinar cuales son las probabilidades de que continúe o se derrumbe una pareja. Todo esta aquí, vuestra futura ruptura está escrita en esta estadística, mas fácil de leer que los surcos en las líneas de la mano.
Las estadísticas dicen que en Francia un matrimonio de cada dos dura menos de diez años y que el 15 % de las personas entre 25-65 años viven solas. Que en el 2013, hubo 130.000 divorcios y 10.000 disoluciones de parejas de hecho. Que es entre los 40 y 45 es cuando más se divorcia la gente. Que el 65% de las rupturas se da en periodo vacacional. En consecuencia, 3 de cada 5 parejas se separan en verano. Así pues estamos en periodo de alto riesgo. El 37% de las parejas vuelve después de su primera ruptura pero solo el 12% logra consolidar su relación. El matrimonio favorece la estabilidad de la unión, dice la estadística, de la misma manera que la presencia de hijos pero solo cuando son pequeños. En cambio, las parejas son mas frágiles cuando comienzan su vida en común muy jóvenes o en un contexto de cierta precariedad económica o social. Los agricultores hombre y mujeres (el estudio no habla de trans o disidentes de genero) y en menos medida los autónomos y los obreros, rompen con menos frecuencia que los empleados. Entre las mujeres, las rupturas son mas numerosas si son jefas; justo lo contrario que los hombres. Las mujeres inactivas de parejas heterosexual son las que aportan más estabilidad a la pareja – el estudio habla de «estabilidad» pero no de la infidelidad del esposo, ni de la realización personal de la esposa. La estabilidad es aquí un afecto controlado por la política. Una sociedad en la cual todos sus parejas se separasen sería una sociedad revolucionaria, puede que una sociedad de la revolución total.
Cuando pienso en mi vida (mi vida material, mi vida reducida a una información computable) a través de estos estudios, me doy cuenta, primero con sorpresa, después con alivio, que estoy en la media estadística- a pesar de que el estudio no tiene en cuenta las parejas formadas por un trans in between no operado y una mujer fuera de la norma. La singularidad de nuestra resistencia de genero se pliega ante las leyes estadísticas. La estadística es más fuerte que el amor. Más fuerte que la política queer. La estadística transforma las noches cuando nos amamos y los días sin columna vertebral que vienen después de la ruptura, en materia inerte por un cálculo aritmético. Y ahora, la inmovilidad de estas cifras me hacen sentir bien.
El uso de la estadística como la técnica de representación social apareció desde 1760 con la aplicación de la aritmética en la gestión de la población en los trabajos de Gottfried Achenwall y Bissett Hawkins. Esta técnica se desarrolla como una auténtica » aritmética política » a partir de finales del siglo XIX con André-Michel Guerry y Adolphe Quételet. Francisco Galton soñará con un uso eugenésico de estas correlaciones. Estos matemáticos de los social se van a dedicar a producir un conocimiento a partir de datos psíquicos o sociales difícilmente controlables. Las estadísticas son de los meteorólogos y de los antropómetros. De la misma forma que aprenden a predecir el tiempo que hará, predicen los nacimientos y las muertes, los flechazos y las rupturas. Otra encuesta, realizada en Inglaterra en 2013 según los métodos heredados de la estadística moral de Guerry, concluye que, durante los primeros quince meses de la «luna de miel», las parejas hacen el amor por término medio una vez al día. Después de cuatro años de relación, la media desciende 4 veces al mes. Después de 15 años, el 50 % de las parejas lo hacen 4 veces al año, la otra mitad duerme en habitaciones separadas.
Después de una reelectura detallada de mis días y de un escrupuloso recuento hecho gracias al tiempo libre y a la energía obsesiva que dejan las rupturas, yo calculo que la he amado el 93%de los días que pasé junto a ella. Que he sido feliz el 63% de los días, desdichadx el 11%. No puedo pronunciarme por falta de memoria o de datos precisos sobre el 22% restante. Hemos hecho el amor el 60% de los días, con un 90%de satisfacción en los 3 primeros años, el 76% en los dos siguientes y solo un 17% en los últimos años. Hemos dormido juntas el 87% de las noches, nos hemos abrazado antes de dormir el 97,3% de los días. Hemos leído juntxs el 99% de los días. La calidad relativa (98%) de las palabras intercambiadas durante nuestra relación fue casi invariable en el tiempo- a excepción de los días que precedieron a nuestra separación.
Nuestra pareja, hipérbole de la perversión según la psicología heterocentrada, está dentro de la norma. Jamás los instrumentos de la biopolítica hegemónica me han reconfortado tanto. Constato también que la capacidad de disposición crítica y de rebelión es inversamente proporcional a la intensidad del sufrimiento amoroso. Ya Spinoza lo anunció en 1677, antes de la invención de la estadística, un mismo y único afecto no puede desplegarse en direcciones divergentes. Estoy en el verano de la ruptura y los trastornos que directamente tocan el plexo solar ahuyentan a los héroes. Comienza en mi corazón la batalla entre el apaciguamiento de la estadística y el furor de la revolución.
(1) Este estudio lo podríamos extraer de todas las estadísticas publicadas alrededor de las parejas, alrededor de la familia y alrededor de la vida amorosa y sexual.
* “La statisque, plus forte que l’amour”, publicado en Libération el 5 de agosto de 2014.
*Texto traducido por PAROLE DE QUEER & NEVENKA RUBIO