Se ha consolidado el espectáculo como ideal platónico a seguir, todo se ha convertido en sus practicas y pedagogías, ni el individuo ni el sujeto ya valen, se piensa en términos de maquinaria en función de dispositivos espectaculares serviles al capital. La era más patética de la historia, el triunfo del enemigo del siglo xx, donde no hay historia. Surgen pequeños focos de resistencia, creando enclaves, manejan otros códigos, pero sus pocos números son su fracaso. Es preciso mantener el fuego encendido, no decaer con los años ni con el pesimismo ni a causa de bufones, es una necesidad ética que la resistencia prolifere sus ataques contra los los símbolos del poder. Sus aparatos represivos no son lo suficiente hábiles para aquellos que conspiran en células, cometen errores, son corruptos. Si no pensamos en términos de violencia política seguiremos perdidos, el carnaval no funciona, hasta la marcha es el espectáculo. Sin resistencia en actos estamos perdidos y miserable.