«…Con el tiempo, el Espectáculo ha conseguido circunscribir lo posible por medio de lo que es decible dentro de unos términos que él vuelve hacia su única autoridad, a partir de ahora, para definir. A pesar de una formidable acumulación primitiva de frustración, sufrimiento y angustia en la población, durante el curso de todo este tiempo la crítica no ha conseguido nunca manifestarse. Ha permanecido sin voz ante el avance del desastre. Ha tenido que dejar al adversario burlarse con impudencia de sus propios fallos. Es así como el Espectáculo ha podido hacer de la pulverización progresiva de los Estados-Nación y del descrédito universal de los sistemas de representación política, la farsa que conocemos, y que cada día agrega a su interminable infamia. Ha obtenido de todos que se le deje ejercer en paz su violencia simbólica, y de cada uno que la soporte como algo natural y quimérico a la vez. No cabe duda de que hay, de vez en cuando, algunas erupciones locales que vienen a perturbar este mimodrama fatigado, pero los cimientos de la dominación están tan seguros que ésta puede permitirse mirar con desprecio la indelicadeza de aquellos que, al obligarle a una represión demasiado visible, la obligan a recordar lo que todos saben: que es sobre un estado de excepción permanente que descansa el estado de derecho, y que la dominación no es apenas, en estos momentos, más que esto. En este contexto de guerra social muda, en la que “como en todo período de transición, vemos surgir esa escoria que existe en toda sociedad y que, no sólo no tienen ningún objetivo sino que está incluso desprovisto de cualquier rastro de idea y se esfuerza únicamente en expresar la inquietud y la impaciencia” (Dostoievski, Los demonios), todas las “luchas sociales” han resultado insignificantes.»
Fuente TIQQUNim