Una vez tuve un colega bien intencionado dentro del contexto laboral-carcelario que me dijo que lo peor que podía pasar ahí era el acompañerismo, pero los actos de acompañeristas suceden en todos los espacios donde nos movemos dentro de esta despreciable sociedad, inclusive entre supuestos revolucionarios o afinidades amatorias y políticas. Será por las relaciones de poder en términos foucaultianos o será porque simplemente el individualismo, la apatía, la competencia y las ganas de someter una voluntad sobre la otra triunfan como el mayor fracaso entre nosotrxs. Aquellos que te abandonarían cuando la angustia, la tristeza o las situaciones accidentales de fracaso suceden deben quedar fuera de cualquier tipo de producción de potencia colectiva revolucionaria, porque aquellos pensarán siempre en ellos, en sus moralidades, cuidados y miedos individualistas. Debemos actuar por encima de esta conducta, si es necesario re-leer los viejos textos anarquistas, quizás dejando de lado el romanticismo, dramatismo pero no lo que proponen en cuanto a las relaciones con nuestros compañerxs.
Volver a pensar en las relaciones rizomáticas amistosas/amatorias, en el apoyo mutuo, en la manada y nunca en el lobo solitario. Más que palabras escritas por favor.