Tiranía de la imagen. “El consumo afectivo se sostiene de la estética”

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«El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes.»

La sociedad del espectáculo, Guy Debord, 1967.

Desde finales del siglo pasado se vendría desde la filosofía o de algunas corrientes críticas de la hegemonía cultural subvirtiéndose con más fuerza que nunca contra lo que analizamos como una sociedad productora de imágenes y espectáculo, y no sin justa razón, posiblemente como resistencia obvia al proceso de globalización capitalista de la mano con la tecnologización de nuestras vidas. La sociedad del espectáculo -de la que nos hablarían los situacionistas y letristas- será el conjunto de relaciones sociales, conductas individuales y discursos que pasarán a convertirse productores y mediadores de imágenes y representaciones, estimuladas y a partir de una norma política, económica y social pre-determinada que respondería a los intereses de los poderes de cada cultura globalizada.

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Antidepresivos. Falsas promesas: ¿Medicamentos contra las enfermedades mentales?

LA_RAZON_342593_antideoresivosSuponer que existan píldoras antidepresivas, supone previamente dilucidar la fenomenología de eso que llamamos depresión y que constituye uno de los términos más polisémicos, y por tanto más confusos de ese totum revolutum que mezcla psicología común y neurofisiología en unos continuos saltos de nivel descriptivo y causal de lo depresivo. Más en concreto, antes de saber si se puede actuar contra la tristeza con una pastilla, habrá que dilucidar si la tristeza que a mí o a ti lector nos embarga cuando rompemos un amor, se nos muere alguien querido o perdemos un trabajo, es un sentimiento similar o cercano al sentimiento depresivo. Continuar leyendo «Antidepresivos. Falsas promesas: ¿Medicamentos contra las enfermedades mentales?»

Jesucristo, el imaginario subversivo y el leproso como figura de anormalidad política

jesusPosiblemente la figura de Jesús de Nazaret sea la cuestión que más controversia ha generado en los últimos dos mil años, sí bien la discusión de su dudosa existencia, divinidad y vida pueda sugerirnos construir conclusiones que podrían poner siglos de dogma, imposición religiosa y moralidad cristiana en tela de juicio, lo que queremos analizar en lo siguiente es la significancia histórica y política -ficticia o no- de Jesús y su relación con la lepra como sinónimo de anormalidad política y social.

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La mirada ausente (Foucault y Lacan en Brazil de Terry Gilliam)

brazil48El poder invisible

Tal como lo establece Michel Foucault (1976), en su análisis social de acuerdo con el funcionamiento del sistema carcelario en Vigilar y castigar, a partir del siglo XIX se ha asistido a la conformación de un nuevo tipo de estructura social que ha reemplazado a la antigua sociedad del espectáculo por una sociedad de la vigilancia sustentada en dispositivos disciplinarios que aseguran el control y la “normalidad” de los individuos que forman parte de ella.

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Normalización y locura. “La enfermedad mental es una construcción política”

antipsiquiatriaNo se puede hablar o reflexionar críticamente de la locura, por los psiquiatras denominada enfermedad mental, sin antes poner en tela de juicio la normalidad y su intento a través de sus agentes e instituciones de normalizar a todos los individuos. Continuar leyendo «Normalización y locura. “La enfermedad mental es una construcción política”»

Codificación del poder en el discurso “revolucionario”

capital-moda«El espectáculo (ideologías, cultura, arte, roles, imágenes, representaciones, palabras-mercancías) es el conjunto de las conductas sociales por las que los hombres entran en sistema mercantil, participan en él en contra de sí mismos convirtiéndose en objetos de supervivencia – mercancías -, renunciando al placer de vivir realmente para sí mismos y de construir libremente su vida cotidiana. Sobrevivimos en un conjunto de imágenes a las que nos sentimos obligados a identificarnos. Cada vez actuamos menos por nosotros mismos y cada vez más en función de abstracciones que nos dirigen según las leyes del sistema mercantil (beneficio y poder). Carece de gran importancia que los roles o las ideologías puedan ser favorables u hostiles al sistema dominante puesto que permanecen dentro del espectáculo, del sistema dominante. Sólo lo que destruye la mercancía y su espectáculo es revolucionario.»

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El show de Truman y la muerte de Dios

tumblr_mb6bg7V5Kd1qe2w1uo1_500El show de Truman parece narrar una historia sencilla y directa, pero a medida que profundizamos en el film, como en un juego de muñecas rusas, aparecen nuevos estratos significativos cada vez más interesantes.

Truman Burbank (Jim Carrey) es un treintañero normal y corriente que vive en una apacible ciudad costera. Es educado y correcto con sus vecinos, está casado con una hermosa mujer y tiene un amigo íntimo con quien compartir sus pensamientos e inquietudes entre latas de cerveza. Y aunque su vida parece un apacible remanso de satisfacción, dos trágicos acontecimientos han marcado la vida de Truman: la muerte de su padre, ahogado en el mar, y un breve romance con Sylvia, una chica que apartaron de su lado y de la que sigue enamorado pese a su matrimonio con Meryl. Además, Truman presencia ciertos acontecimientos, como la caída de un inmenso foco desde el cielo, una emisora de radio que describe sus movimientos, unos transeúntes que deambulan en círculo alrededor de su casa como si estuvieran haciendo de extras en una película o el hecho de que su esposa hable como si estuviera anunciando un producto en un spot publicitario, que le hacen entrar en cierto estado de paranoia. Todas estas piezas que no encajan en el puzzle le llevan a sospechar que su vida es una gran mentira, y todos los que le rodean no son más que actores que desempeñan un papel. Pero esta sensación, que todo el mundo puede experimentar alguna vez a lo largo de su vida, en el caso de Truman, adquieren un significado literal. Truman es el protagonista de un programa de televisión, un reality conocido como EL show de Truman.

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Esquizoescena, Filosofía de la deserción por Peter Pal Pelbart

0078_youre_sur_real_2014_hiresTodas las noches, desde lo alto de su torre, el alcalde de Gotham vocifera indistintamente contra magnates, prostitutas y psiquiatras. Promete mundos y fondos, el control y la anarquía, el pan y la clonación. Pero esa noche, antes de entrar en escena, pide un lexotanil. No puede creer lo que ven sus ojos: Marta Suplicy(1) va a asistir a la obra. El alcalde de la ciudad imaginaria no sabe qué hacer con la alcaldesa de la ciudad real: ¿protestar?, ¿competir?, ¿seducir?, ¿avergonzarse? Gotham-San Pablo tiene también un emperador muy viejo. Casi ciego, casi sordo, casi mudo, es el destinatario de voces perdidas. En vano: ni el achacoso emperador, ni el alcalde vituperador tienen algún poder sobre lo que pasa en la ciudad, todavía menos sobre el humor de los corrillos que la recorren: “Aquí hace frío” repite la moradora en su cubículo, y concluye: “¿si mañana el hoy es nada, para qué todo esto?”. Un pasajero le pide compañía al taxista, que sólo repite sus recuerdos y temores. La diva decadente busca una nota musical imposible, Ofelia sale de un tonel de agua detrás de su amado, los ángeles intentan entender dónde posarse, Josué resucitado reivindica otro orden del mundo… Palabras sin pie ni cabeza, diría un crítico; pero ellas se cruzan agónicamente en una polifonía sonora, visual, escénica, metafísica. Voces disonantes que ningún emperador o prefecto consiguen oír, ni orquestar, pero tampoco callar. Continuar leyendo «Esquizoescena, Filosofía de la deserción por Peter Pal Pelbart»

Como vivir solos, Filosofía de la deserción por Peter Pal Pelbart

0078_Beingkeeper_hiresEste título es un juego de palabras a partir del Cómo vivir juntos de Roland Barthes, e inspirado en una escena de la que fui testigo, a comienzos de los años ochenta, en una clase de Deleuze en París. En una de tantas, uno de los asistentes, tal vez un paciente de Guattari de la clínica La Borde, interrumpió la disertación para preguntar por qué hoy en día se dejaba a las personas tan solas, por qué era tan difícil comunicarse. Deleuze respondió gentilmente: el problema no es que nos dejan solos, es que no nos dejan lo suficientemente solos. No puedo imaginarme qué provocó esta respuesta zen al afligido interlocutor. Venida, por otro lado, de alguien que definió el trabajo del profesor como el de reconciliar al alumno con su soledad. De cualquier modo, Deleuze no se cansó de escribir que sufrimos un exceso de comunicación, que estamos “atravesados de palabras inútiles, de una cantidad demente de palabras e imágenes”, y que sería mejor crear “vacuolas de soledad y de silencio” para que por fin se tenga algo que decir.(1) Continuar leyendo «Como vivir solos, Filosofía de la deserción por Peter Pal Pelbart»