Ya se había implementado el camino para la construcción de un espectáculo mediático-disciplinario, ya no importa quién puso la bomba, lo importante para el poder político dominante es presentar a su enemigo interno a merced del juicio no solo jurídico, sino mucho más ciudadano. Los dispositivos mediáticos muestran otra vez a los enemigos de la sociedad, se repiten (o se construyen) los perfiles, y estos no son casuales, hasta aparecen noticias ridículas a los ojos de cualquiera como se vio en La Tercera, pero que ayudan en la fabricación de un perfil-identidad. Precisamente se trata de construir a los presuntos anarquistas; iconoclastas otra vez, secuestrados por la inquisición jurídica, por la opinión pública, y el juicio de los esclavos felices. No se monta un espectáculo judicial-mediático en pos de la ilusoria justicia jurídica, sino para juzgar las identidades construidas en relación a su contexto político asociado. Conviene juzgar a los enemigos de moda, y no a los amos.
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