La respuesta sería: Las distintas religiones de toda la pluralidad cultural que habitaba la zona, quienes tenían un férreo respeto por la naturaleza y sabían el valor de esta, que era y es incalculable.
Con la llegada de la cultura europea y la nueva religión, la gente de la tierra y todos los aborígenes fueron adentrándose en nuevas “ofertas y posibilidades” que el primer mundo les trajo, tales como: La urbanización, el progreso, la economía de mercado y la apropiación mercantil de la tierra, etc. La nueva religión nos cautivó con sus bellos templos, pero son esos mismos templos que fomentan la destrucción y la superposición cultural, que es cómplice de toda destrucción y encontró la manera de hacer pagar monetariamente a los cerdos explotadores, destructores, genocidas y cobardes. Por lo que reconoce la destrucción, pero se beneficia de ella.
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