Asura (2012) es una película de anime japonés cargada de drama y filosofía budista, en el transcurso de la misma iremos conociendo la vida de un niño-monstruo que a su corta edad y en un periodo de sequía se ha convertido en un caníbal ajeno a sensibilidades humanas. Asura no solo cargará con el rechazo social y una vida de miseria desde su nacimiento, momento en que madre previo a una condición de hambruna intento comérselo, sino también se plasmará la vida de un monstruo, la vida de un diferente, lo que le llevará a entrar en un duro conflicto existencial con su entorno marcado por el encuentro con un maestro budista que a través de duras enseñanzas tratará de apartarlo de su condición de monstruo.
La pedofilia y la norma. Su significante y desarrollo mediático asociado
¿Bajo qué aspectos nos parece la pedofilia –patología- algo despreciable?, a partir de esa interrogante me propongo introducir a la reflexión crítica de a continuación. Posiblemente la figura del pedófilo sea en la sociedad contemporánea la del sujeto de mayor repudio colectivo por convención, más allá de que existan miradas disidentes –a las cuales me sumo- que traten de explicar la pedofilia a partir de condiciones sociales previas, apelando a la violación –en la mayoría de los casos- del pedófilo en la infancia, entre otras experiencias de vida que tengan que ver en la pre-fabricación de esté mismo. Lo que quiero no es presentar un análisis explicativo de la pedofilia, sino entender su significante para la sociedad y bajo qué aspectos morales y de sensibilidad nos parece sinónimo de lo repudiable y perverso. No quiero que lo siguiente sirva para ser interpretado como una justificación de agente de la dominación sexual que ejerce poder sobre el niño violado, en este caso el pedófilo o el pederasta, sino simplemente como un análisis de la pedofilia a partir de su significante.
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El suicidio y su significante política
“No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía. El resto, si el mundo tiene tres dimensiones, si las categorías del espíritu son nueve o doce, viene después. Se trata de juegos; primero hay que responder.(…) Si me pregunto por qué juzgo tal cuestión más urgente que tal otra, respondo que por las acciones a las que compromete. Nunca he visto a nadie morir por el argumento ontológico. Galileo, en posesión de una importante verdad científica, abjuró de ella con toda tranquilidad cuando puso su vida en peligro. En cierto sentido, hizo bien. Aquella verdad no valía la hoguera. Es profundamente indiferente saber cuál de los dos, la tierra o el sol, gira alrededor del otro. Para decirlo todo, es una futilidad. En cambio veo que mucha gente muere porque considera que la vida no merece la pena de ser vivida. Veo a otros que se dejan matar, paradójicamente, por las ideas o ilusiones que les dan una razón de vivir (lo que llamamos una razón de vivir es al mismo tiempo una excelente razón de morir). Juzgo, pues que el sentido de la vida es la más apremiante de las cuestiones”
Albert Camus(1).
Suicidio en el «Costanera Center». Acto político y espectáculo asociado
“Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición”
Fitzgerald, (Deleuze, Lógica del sentido)
La noticia del día sería, joven de 26 años se lanza del piso 27 del centro comercial santiaguino «Costanera Center» –corazón del mercado capitalista en Chile- frente a cientos de consumidores que detuvieron sus compras expectantes a la figura del suicida en las alturas del imponente edificio esperando ver –y grabar por supuesto- su cometido, y esto no sería el primer caso de iguales características asociado a dicho centro comercial, posiblemente en lo especifico; un simbolismo. A partir de lo sucedido se hace necesario hacer una serie de análisis en torno al significado cultural y político del fenómeno del suicidio en la sociedad contemporánea, no queriendo por ahora analizar las causales hipotéticas especificas o generales de suicidarse como consecuencia al status quo, sino haciendo énfasis en su significante política y entendimiento social asociado al momento histórico en el que se ejerce el acto. Continuar leyendo «Suicidio en el «Costanera Center». Acto político y espectáculo asociado»
El sexo como obligación social. La supuesta libertad sexual y la norma
«La sexualidad es como las lenguas. Todos podemos aprender varias.»
Beatriz Preciado.
A partir del siglo XIX se vendrían construyendo una serie de retoricas teóricas que derivarían en la hipótesis represiva del sexo, como respuesta a ello Michel Foucault sería antagonista desclasificando desde una perspectiva histórica el origen falaz de dicho postulado, analizaría el desarrollo no represor de la sexualidad(1). El filósofo francés nos diría que solo a partir del siglo XVII el sexo sería silenciado –no quiere decir reprimido- y homogeneizado a la regulación de dispositivos sexuales direccionados por la norma, funcionará entonces por normalización y no por prohibición o represión.
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Obligación a socializar por norma. «La patologización del sujeto asocial es política»
La ciencia nos impone verdades, dudosas la mayoría quizás tan o más que la concepción o institución misma de la verdad, una de esas tantas verdades es la de ubicar al ser humano en términos biológicos como un ser “social”, a partir de eso se constituyen principios, conductas e ideologías pre-concebidas e impuestas para todos, pero más allá de la discusión casi existencial que el cuestionamiento a lo primero pueda invitarnos, mi intención está en analizar una serie de problemáticas que la obligación por norma a socializar trae asociadas.
Tiranía de la imagen. “El consumo afectivo se sostiene de la estética”
«El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes.»
La sociedad del espectáculo, Guy Debord, 1967.
Desde finales del siglo pasado se vendría desde la filosofía o de algunas corrientes críticas de la hegemonía cultural subvirtiéndose con más fuerza que nunca contra lo que analizamos como una sociedad productora de imágenes y espectáculo, y no sin justa razón, posiblemente como resistencia obvia al proceso de globalización capitalista de la mano con la tecnologización de nuestras vidas. La sociedad del espectáculo -de la que nos hablarían los situacionistas y letristas- será el conjunto de relaciones sociales, conductas individuales y discursos que pasarán a convertirse productores y mediadores de imágenes y representaciones, estimuladas y a partir de una norma política, económica y social pre-determinada que respondería a los intereses de los poderes de cada cultura globalizada.
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Antidepresivos. Falsas promesas: ¿Medicamentos contra las enfermedades mentales?
Suponer que existan píldoras antidepresivas, supone previamente dilucidar la fenomenología de eso que llamamos depresión y que constituye uno de los términos más polisémicos, y por tanto más confusos de ese totum revolutum que mezcla psicología común y neurofisiología en unos continuos saltos de nivel descriptivo y causal de lo depresivo. Más en concreto, antes de saber si se puede actuar contra la tristeza con una pastilla, habrá que dilucidar si la tristeza que a mí o a ti lector nos embarga cuando rompemos un amor, se nos muere alguien querido o perdemos un trabajo, es un sentimiento similar o cercano al sentimiento depresivo. Continuar leyendo «Antidepresivos. Falsas promesas: ¿Medicamentos contra las enfermedades mentales?»
Jesucristo, el imaginario subversivo y el leproso como figura de anormalidad política
Posiblemente la figura de Jesús de Nazaret sea la cuestión que más controversia ha generado en los últimos dos mil años, sí bien la discusión de su dudosa existencia, divinidad y vida pueda sugerirnos construir conclusiones que podrían poner siglos de dogma, imposición religiosa y moralidad cristiana en tela de juicio, lo que queremos analizar en lo siguiente es la significancia histórica y política -ficticia o no- de Jesús y su relación con la lepra como sinónimo de anormalidad política y social.
Película: Hierro 3 (2004)
Kim ki-duk tiene algunas particulares de las que es necesario estar enterado antes de ver una película como “Hierro 3”, a la que muchos consideran su obra maestra. Por un lado, es cine poético, y probablemente el director sea uno de los mejores poetas del cine contemporáneo. Plagado de metáforas que hablan y gritan por sí solas, es un estilo que se toma su tiempo para contar situaciones utilizando no demasiadas palabras. Por otro lado, el objetivo del director es acercarnos historias insólitas y convertirlas en algo creíble a los ojos del espectador universal promedio. Por lo tanto, es muy posible que no podamos creer nada de lo que vemos en la introducción, que nos parezca absurdo, pero en la resolución acabamos justificando algunas reacciones extrañas. Este gran drama romántico no se escapa de estas dos cláusulas que escoltan el siempre interesante cine del director coreano, responsable de otras grandes obras como “Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera”, “Aliento” y “El tiempo”.