
1. El 3 de julio de 2011, en respuesta a la expulsión de la Maddalena, decenas de miles de personas convergen en diferentes columnas hacia la zona de las obras, ocupada por la policía y el ejército. Ese día en el Valle de Susa tuvo lugar una auténtica batalla. Un carabinero un poco intrépido fue incluso atrapado y desarmado por los manifestantes en los boschi. Desde el peluquero hasta la abuela, casi todo el mundo se había provisto de una máscara de gas. Los que eran demasiado viejos para salir de casa nos animaban desde el umbral con un “Ammazzateli!” [“¡Mátenlos!”]. Las fuerzas de ocupación no fueron finalmente desalojadas de su reducto. Y a la mañana siguiente, los periódicos de toda Italia repetían al unísono las mentiras de la policía: “Maalox y amoniaco: la guerrilla de los Black Bloc”, etc. En respuesta a esta operación de propaganda, se convocó una rueda de prensa. La respuesta del movimiento se enunció en estos términos: “¡Pues bien, si atacar las obras es ser un Black Bloc, todos somos Black Bloc!” Diez años antes, casi el mismo día, la prensa a sueldo había servido la misma explicación de la batalla de Génova: el Black Bloc, entidad de procedencia indeterminada, habría conseguido infiltrarse en la manifestación y asolar la ciudad a sangre y fuego, él solito. El debate público enfrentó entonces a los organizadores de la manifestación, que defendían la tesis de que el denominado Black Bloc estaba de hecho compuesto por policía secreta, con aquellos que veían en él a una organización terrorista cuya sede se encontraría en el extranjero. Lo menos que puede decirse es que si la retórica policial ha permanecido idéntica a sí misma, el movimiento real ha recorrido su propio camino. Continuar leyendo «Today lybia, tomorrow Wall Street (comité invisible)»